Un error que comúnmente cometen las organizaciones es embarcarse en el diseño de un marco de equidad o intentar analizar temas espinosos relacionados con la cultura y la opresión cuando no hay confianza y sí temor a la vulnerabilidad. No es posible mantener una conversación dura si no existe confianza. En este contexto, la confianza no significa poder predecir el comportamiento de los demás. Se trata de tener la seguridad de que no hay que ser protector ni cauteloso con una persona o grupo porque se respetan mutuamente las diferencias, se reconoce que la opresión crea y enquista privilegios para algunos mientras perjudica a otros, se pone el eje en el impacto (no la intención) de las acciones de los demás, y se asumen las responsabilidades propias y ajenas de manera justa.